Acompañar a niños y niñas en su desarrollo emocional es una de las tareas más importantes —y a veces desafiantes— de la crianza. Especialmente entre los 3 y 5 años, cuando las emociones son intensas y aún difíciles de comprender, el rol del adulto se vuelve fundamental. En esta etapa, más que nunca, necesitan contención y herramientas para entender lo que sienten.
Antes de poder manejar una emoción, es necesario poder reconocerla. Por eso, ponerle nombre a lo que ocurre por dentro es el primer paso hacia una regulación emocional saludable. Cuando un adulto nombra lo que el niño podría estar sintiendo —por ejemplo, “parece que estás triste porque no pudiste jugar con tu amigo”—, le ofrece un mapa para navegar su mundo interno, evitando que se sienta desbordado o solo con lo que está experimentando.
En casa, existen pequeñas acciones cotidianas que pueden marcar una gran diferencia. Nombrar las emociones, no minimizar lo que sienten (“no llores”) y ofrecer alternativas más empáticas (“está bien llorar cuando algo duele”) son gestos sencillos pero poderosos. También es útil utilizar cuentos, juegos o muñecos como recursos para conversar sobre lo que sienten, dándoles un espacio seguro para expresarse.
A través de estas prácticas, ayudamos a construir un vínculo más cercano y respetuoso, y fomentamos una cultura emocional sana desde los primeros años de vida. Criar en comunidad implica compartir herramientas, experiencias y apoyarnos mutuamente para que cada niño y niña crezca sintiéndose escuchado, comprendido y validado.
Si te interesa seguir profundizando en este tema, te recomendamos el video Pequeñas grandes emociones de la Fundación América por la Infancia. Es una invitación a mirar la infancia con otros ojos y a recordar que cada emoción, incluso las difíciles, tiene algo que decirnos.
Además, el libro El cerebro del niño de Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson ofrece una mirada clara y accesible sobre cómo funciona el cerebro infantil y cómo podemos acompañar sus procesos de forma respetuosa y consciente. Porque criar con amor también significa educar emocionalmente.