Durante los periodos de pruebas y evaluaciones, nuestro principal objetivo es cuidar el bienestar de nuestros estudiantes. Sabemos que este puede ser un momento de mayor presión, por lo que resulta esencial acompañarlos con estrategias que fortalezcan su confianza y sus hábitos de aprendizaje positivos.

Una de las maneras más efectivas de hacerlo es cambiando el foco: celebremos el esfuerzo y la preparación más allá del resultado final. En vez de preguntar únicamente por la nota, podemos interesarnos en cómo se sintieron durante la prueba y reconocer su dedicación. Esto ayuda a construir seguridad y resiliencia.

También es importante mantener la perspectiva. Recordemos que una evaluación refleja solo un instante en el tiempo, no define quiénes son nuestros hijos e hijas ni su valor como aprendices o personas. Presentarlas como oportunidades de demostrar lo que saben, y no como juicios, disminuye la presión y la ansiedad.

Otro aspecto valioso es planificar pequeñas recompensas después de las pruebas. Actividades simples como ver una película en familia, dar un paseo o cocinar juntos pueden convertirse en un espacio de distensión y celebración del esfuerzo. Estas acciones refuerzan la idea de que el proceso es tan importante como el resultado.

Finalmente, escuchar sus preocupaciones marca una diferencia significativa. Validar lo que sienten y dar espacio a que expresen sus emociones les ayuda a sentirse acompañados. Frases como “Entiendo que sientas presión” son un recordatorio de que no están solos en este camino de aprendizaje.