Mantén la calma y media, no juzgues: Enfrenta la situación como un ayudante neutral. Tu presencia tranquila puede ayudar a bajar la tensión. En lugar de preguntar “¿Quién empezó?”, prueba diciendo: “Parece que ambos se sienten muy molestos. Vamos a resolverlo juntos”.
Ayúdales a nombrar el problema: Los niños suelen centrarse en culparse mutuamente. Oriéntalos a identificar el problema real. Pregunta: “¿Qué es lo que ambos quieren?” o “¿De qué se trata realmente el desacuerdo?”.
Fomenta frases que comiencen con “Yo siento…”: Enséñales a expresar lo que sienten sin atacar al otro. Por ejemplo, en lugar de “¡Eres malo!”, anima a decir: “Me siento triste cuando no escuchan mis ideas”.
Busquen soluciones juntos: Dales el poder de resolver sus propios problemas. Pregunta: “¿Qué maneras se les ocurren para que ambos se sientan bien con la solución?”. Déjales proponer ideas, incluso graciosas, antes de elegir la opción más justa.