Nuevamente me dirijo a ustedes para festejar el día del trabajador en este Sábado 1° de mayo, y si me lo permiten me gustaría reflexionar junto a Uds. sobre que significa este día de descanso, este día de pausa en nuestra labor.
El 1° de mayo es el resultado de la incomprensión entre grupos de personas, de la falta de escucha y empatía por el otro. La falta de líderes con visión sobre el futuro y personas enfocadas en intereses cortoplacistas y egoístas. Por eso hoy más que nunca, en un mundo pandémico que camina por la cornisa de la intolerancia, con falsos líderes de multitudes. Donde parece que ha desaparecido el espacio para el diálogo y la concertación es necesario que cada uno de nosotros pensemos en que significa ser un trabajador y, en nuestro caso, ser trabajadores de la educación. Pensemos en nuestro aporte, contribución e importancia para construir el mundo diverso y conciliador en el que todos queremos vivir.
Dijo Elbert Hubbard, una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario.
Estas palabras inspiradoras representan para mí, qué somos y qué debemos aspirar a ser cada uno de nosotros en nuestros quehaceres educacionales. Pocos trabajos tienen la virtud de volvernos tan fácilmente en extraordinarios. Todos los días cada uno, en sus diferentes roles, desde atender el teléfono hasta dictar historia, ciencia, literatura o pagar facturas, contribuimos a crear y moldear el futuro de nuestro mundo; a plantar, cuidar y ver crecer la semilla de nuestro mañana. El esfuerzo, la vocación, la dedicación, el amor, la responsabilidad, la constancia, la perseverancia y la empatía, que cada uno de Uds. vuelca en su día a día se transforma en un componente esencial para que nuestros 740 estudiantes reciban, cada día de la semana, la educación que se merecen y necesitan para crecer y formar parte a su tiempo del mundo.
Vivimos hoy, en un planeta que parece haber acelerado su evolución en muchos aspectos gracias a la tecnología que hemos sabido desarrollar como especie dándole a nuestra realidad un sentimiento de alta volátil y cambio. Nada parece más para siempre; ni los trabajos, ni los conocimientos, ni la estabilidad, ni las ideas.
Esta realidad irrebatible nos desafía a transformarnos, a repensarnos, a recrearnos porque hoy, más que nunca se precisan de hombres y mujeres con su temple y calibre capaces de cuidar, proteger y guiar nuestras generaciones futuras. Hombres y mujeres, preparados, despiertos, flexibles y adaptables capaces de captar rápidamente los cambios y amoldarse a los nuevos devenires de nuestro presente siempre cambiante. No habrá máquina que pueda remplazar la calidez, el amor, la vocación, la entrega y la humanidad que requiere nuestro trabajo. Está en cada uno de nosotros que hagamos nuestro trabajo extraordinario.
Por eso, sintamos orgullo de tener la oportunidad de pertenecer a este grupo de trabajadores y festejemos el día pensando y regocijándonos en cada uno de los maravillosos momentos que nos regalan nuestros niños, niñas y jóvenes, con sus risas, abrazos, lágrimas y reconocimientos.
FELIZ DIA!! A los que trabajan con las manos y a los que trabajan con la cabeza. Para los que ponen el alma y el cuerpo. Para los que sueñan en transformar el mundo con su trabajo. En síntesis, para todos los hombres y mujeres que trabajamos para la construcción de un mundo mejor.
Cordialmente,
Andrea Andreani